El Virus de la Hepatitis C (VHC) es un patógeno que infecta principalmente el hígado, causando inflamación hepática. Se transmite a través del contacto con sangre infectada y puede provocar tanto infección aguda como crónica. El VHC es un virus ARN de la familia Flaviviridae que tiene la capacidad de mutar rápidamente, lo que dificulta el desarrollo de una vacuna efectiva. Sin tratamiento adecuado, puede evolucionar hacia cirrosis hepática o cáncer de hígado.
Existen seis genotipos principales del VHC, numerados del 1 al 6, cada uno con varios subtipos. En España, el genotipo 1 es el más prevalente, representando aproximadamente el 70-80% de los casos, seguido por el genotipo 3 con un 15-20%. El genotipo 4 se encuentra en menor proporción, mientras que los genotipos 2, 5 y 6 son menos frecuentes en territorio español.
La hepatitis C aguda ocurre en los primeros seis meses tras la infección y frecuentemente es asintomática. Aproximadamente el 15-25% de los casos agudos se resuelven espontáneamente. La hepatitis C crónica se desarrolla cuando el virus persiste más de seis meses, afectando al 75-85% de los infectados. Esta forma crónica puede causar daño hepático progresivo durante décadas.
En España, se estima que entre 0,6% y 0,8% de la población está infectada por el VHC. Los grupos de mayor riesgo incluyen personas que han recibido transfusiones antes de 1992, usuarios de drogas intravenosas, personas con VIH, trabajadores sanitarios expuestos a sangre y pacientes en hemodiálisis.
La hepatitis C crónica suele ser silenciosa durante años, sin síntomas evidentes. Cuando se manifiestan, los síntomas pueden incluir:
El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre específicos. Inicialmente se detectan anticuerpos anti-VHC, seguido de la confirmación con PCR para detectar el ARN viral. También se realizan pruebas de función hepática para evaluar el daño hepatocelular. La genotipificación determina el tipo específico de virus para orientar el tratamiento más adecuado.
El diagnóstico precoz permite iniciar tratamiento antes de que se produzca daño hepático irreversible. Los tratamientos actuales tienen tasas de curación superiores al 95%, evitando complicaciones como cirrosis y carcinoma hepatocelular. La detección temprana también previene la transmisión a otras personas.
Es recomendable consultar al médico si se pertenece a grupos de riesgo, se han tenido comportamientos de riesgo previos, o se presentan síntomas como fatiga persistente, dolor abdominal o ictericia.
Los antivirales de acción directa representan el estándar de oro en el tratamiento del VHC en España. Estos medicamentos actúan directamente sobre las proteínas virales, bloqueando la replicación del virus con tasas de curación superiores al 95%. El Sistema Nacional de Salud español garantiza el acceso a estos tratamientos innovadores, que han revolucionado el pronóstico de la hepatitis C crónica, reduciendo significativamente la duración del tratamiento y los efectos secundarios.
El sofosbuvir es un inhibidor nucleótido de la polimerasa NS5B del VHC, autorizado por la AEMPS para todos los genotipos virales. Se administra una dosis de 400 mg diarios y forma parte de múltiples esquemas terapéuticos combinados. Su perfil de seguridad es excelente, con mínimas interacciones medicamentosas. Está indicado tanto en pacientes sin tratamiento previo como en aquellos con resistencia a terapias anteriores.
Harvoni combina ledipasvir 90 mg y sofosbuvir 400 mg en un único comprimido diario. Está específicamente indicado para genotipos 1, 4, 5 y 6 del VHC. La duración del tratamiento varía entre 8 y 24 semanas según el perfil del paciente. Presenta tasas de respuesta virológica sostenida superiores al 95% en la mayoría de poblaciones tratadas.
Maviret es una combinación pangenotípica que incluye glecaprevir 100 mg y pibrentasvir 40 mg, administrada como tres comprimidos diarios. Está autorizado para todos los genotipos del VHC con una duración de tratamiento de 8 a 16 semanas. Destaca por su alta barrera genética a la resistencia y su eficacia en pacientes con insuficiencia renal.
Epclusa combina velpatasvir 100 mg y sofosbuvir 400 mg en una formulación pangenotípica. Autorizado para todos los genotipos del VHC, presenta un perfil de eficacia y seguridad excelente. La duración estándar del tratamiento es de 12 semanas en la mayoría de pacientes.
Los hepatoprotectores como el ácido ursodesoxicólico y la silimarina pueden proporcionar soporte adicional durante el tratamiento del VHC. Estos productos ayudan a mantener la función hepática y pueden reducir la inflamación. Los suplementos nutricionales específicos incluyen aminoácidos ramificados y antioxidantes que favorecen la regeneración hepatocitaria y protegen contra el estrés oxidativo durante la terapia antiviral.
Durante el tratamiento del VHC se recomienda la suplementación con vitaminas del complejo B, vitamina D y vitamina E por sus propiedades antioxidantes. Los minerales esenciales incluyen:
Los antivirales modernos presentan pocos efectos adversos, pero pueden requerirse analgésicos para cefaleas, antieméticos para náuseas leves y probióticos para mantener la flora intestinal. Los antihistamínicos pueden ser útiles en casos de reacciones cutáneas menores.
Los productos especializados incluyen infusiones de cardo mariano, suplementos de colina y fosfolípidos esenciales. Estos complementos apoyan la función hepática y pueden acelerar la normalización de las enzimas hepáticas durante y después del tratamiento antiviral.
La prevención del VHC se centra en evitar el contacto con sangre infectada. No compartir jeringuillas, agujas, cuchillas de afeitar o cepillos de dientes. Utilizar material estéril en tatuajes y piercings. En centros sanitarios, seguir protocolos de bioseguridad. Aunque la transmisión sexual es poco frecuente, se recomienda usar preservativo en relaciones de riesgo. Estas medidas son fundamentales para prevenir nuevas infecciones.
Mantener una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y proteínas magras. Evitar el alcohol completamente, ya que acelera el daño hepático. Realizar ejercicio moderado regularmente para mejorar la función hepática. Mantener un peso saludable y beber abundante agua. Evitar alimentos procesados y reducir la ingesta de grasas saturadas para optimizar la salud del hígado.
Los pacientes con VHC deben vacunarse contra hepatitis A y B para prevenir coinfecciones que pueden agravar el daño hepático. Estas vacunas están disponibles en el sistema sanitario español y son especialmente importantes en personas con enfermedad hepática previa.
Es esencial realizar controles periódicos con el hepatólogo para monitorizar la función hepática, evaluar la respuesta al tratamiento y detectar posibles complicaciones. El seguimiento incluye analíticas regulares y pruebas de imagen según criterio médico.
Los tratamientos para VHC pueden interactuar con numerosos medicamentos. Es fundamental informar al médico sobre todos los fármacos que se toman, incluyendo suplementos y medicamentos sin receta. Especial precaución con anticoagulantes, inmunosupresores, antiarrítmicos y algunos antibióticos. Nunca suspender o modificar tratamientos sin supervisión médica para evitar interacciones peligrosas.
Los nuevos antivirales de acción directa (AAD) presentan efectos secundarios generalmente leves:
Estos síntomas suelen ser temporales y desaparecen al finalizar el tratamiento.
Tomar la medicación siempre a la misma hora, usar recordatorios en el móvil o pastilleros organizadores. No omitir dosis y completar todo el ciclo de tratamiento prescrito. Comunicar cualquier dificultad al equipo médico para buscar soluciones y garantizar el éxito terapéutico.
El Sistema Nacional de Salud cubre el tratamiento del VHC. Existen asociaciones de pacientes como ASSCAT y grupos de apoyo en diferentes comunidades autónomas. Servicios de hepatología especializados disponibles en hospitales públicos proporcionan seguimiento integral y especializado.