La artritis es una enfermedad inflamatoria que afecta a las articulaciones, causando dolor, rigidez e inflamación. Esta condición puede presentarse de diferentes formas y afecta a millones de personas en España, siendo especialmente común en adultos mayores de 65 años.
Los síntomas más frecuentes incluyen dolor articular persistente, rigidez matutina que puede durar más de 30 minutos, hinchazón visible en las articulaciones y limitación en el rango de movimiento. Las causas varían según el tipo, desde factores genéticos y autoinmunes hasta el desgaste natural por edad. Es fundamental consultar al médico ante síntomas persistentes durante más de seis semanas, especialmente si afectan múltiples articulaciones o interfieren con las actividades diarias.
Los AINEs son medicamentos fundamentales en el tratamiento de la artritis, ya que actúan inhibiendo las enzimas ciclooxigenasas (COX-1 y COX-2), reduciendo la producción de prostaglandinas responsables de la inflamación, el dolor y la fiebre.
Estos medicamentos pueden causar efectos secundarios gastrointestinales como úlceras, sangrado digestivo y molestias estomacales. También pueden aumentar el riesgo cardiovascular y afectar la función renal. Están contraindicados en pacientes con úlcera péptica activa, insuficiencia renal grave o alergia conocida a AINEs. Los pacientes mayores requieren especial precaución, utilizando las dosis mínimas efectivas y considerando protección gástrica con inhibidores de la bomba de protones cuando sea necesario.
El paracetamol constituye la primera opción terapéutica para el manejo del dolor articular leve a moderado en pacientes con artritis. Su perfil de seguridad favorable y su eficacia demostrada lo convierten en el analgésico de elección inicial, especialmente en personas mayores o con comorbilidades.
Para casos de dolor moderado a severo que no responden adecuadamente al paracetamol, el tramadol representa una alternativa eficaz. Este analgésico de acción central proporciona un alivio superior manteniendo un perfil de seguridad aceptable cuando se utiliza bajo supervisión médica.
Las combinaciones farmacológicas ofrecen ventajas sinérgicas en el control del dolor:
Los tratamientos tópicos presentan ventajas significativas: menor incidencia de efectos sistémicos, acción localizada en la zona afectada y mejor tolerabilidad gastrointestinal. Se recomienda aplicar 2-4 veces diarias sobre piel íntegra, realizando un suave masaje hasta completa absorción.
El metotrexato representa el gold standard en el tratamiento modificador de la artritis reumatoide. Su administración requiere monitorización estricta mediante controles analíticos periódicos que incluyan hemograma completo, función hepática y renal. La suplementación con ácido fólico es imprescindible para minimizar efectos adversos.
La sulfasalazina constituye una alternativa eficaz, especialmente indicada en pacientes que no toleran metotrexato o presentan contraindicaciones. La hidroxicloroquina (Dolquine) se utiliza frecuentemente en combinación, ofreciendo un perfil de seguridad favorable a largo plazo.
Las terapias biológicas han revolucionado el tratamiento de la artritis refractaria:
El seguimiento médico especializado resulta fundamental para optimizar resultados y detectar precozmente efectos secundarios. Los controles analíticos regulares, evaluaciones de la respuesta terapéutica y ajustes posológicos deben realizarse exclusivamente por especialistas en reumatología, garantizando así la máxima seguridad y eficacia del tratamiento.
La prednisona representa el tratamiento de primera línea para los brotes agudos de artritis, especialmente en casos de artritis reumatoide y otras enfermedades inflamatorias articulares. Su acción antiinflamatoria potente proporciona alivio rápido del dolor y la inflamación. Como alternativa, el deflazacort ofrece un perfil de efectos secundarios ligeramente más favorable, siendo especialmente útil en pacientes que requieren tratamiento prolongado.
Las inyecciones de corticoides directamente en la articulación afectada proporcionan alivio localizado sin los efectos sistémicos de los corticoides orales. Este tratamiento es particularmente efectivo para articulaciones específicas como rodillas, hombros y caderas.
La duración recomendada del tratamiento con corticosteroides debe ser la mínima necesaria, generalmente no superior a 3 meses. Es esencial implementar estrategias de reducción gradual de dosis para evitar el síndrome de retirada. Durante el tratamiento, se recomienda la suplementación con calcio y vitamina D para prevenir la osteoporosis. Los corticosteroides se consideran cuando los tratamientos convencionales no proporcionan alivio suficiente o en casos de brotes severos que limitan significativamente la calidad de vida del paciente.
La glucosamina y condroitina sulfato son componentes fundamentales del cartílago articular que pueden ayudar a mantener su estructura y función. Los ácidos grasos omega-3 poseen propiedades antiinflamatorias naturales que pueden reducir la rigidez matutina y el dolor articular. La cúrcuma, con su principio activo curcumina, destaca por sus potentes propiedades antiinflamatorias, mientras que el colágeno hidrolizado puede contribuir a la regeneración del tejido cartilaginoso.
La vitamina D y calcio son esenciales para mantener la salud ósea, especialmente importante en pacientes con artritis. Las recomendaciones dietéticas incluyen:
El ejercicio moderado y la fisioterapia son fundamentales para mantener la movilidad articular y fortalecer los músculos circundantes. La aplicación de frío y calor puede proporcionar alivio sintomático. Estos suplementos son más útiles como terapia preventiva o complementaria, y es importante consultar sobre posibles interacciones con medicamentos convencionales antes de iniciar cualquier suplementación.